jueves, 12 de agosto de 2010

El sueño de Nolan


Existe una comunidad de cinéfilos que odian Hollywood. No es un secreto. Hay quienes realmente creen que las películas hollywoodenses están destinadas al público masivo, que carecen de la emoción, la simpleza y la honestidad que el cine independiente ofrece. He escuchado a miembros de este club de cine de élite decir que Hollywood es para el que no sabe de cine y que es para el hombre promedio que se entretiene con malos chistes, sangre y explosiones.

Pero algo que todos esos Hollywood haters deben saber es que por cada Transformers hay un Lord of the Rings. Por cada 2012, hay un The Departed y por cada Avatar, hay un Inception. Quiero decir que, por cada película que fue un éxito de taquilla y un fracaso con la crítica, o por cada una que recaudó millones pero no dio a la talla de sus expectativas, hay una que da a la talla y la supera.

Los que me conocen saben y pueden reafirmar que yo veo de todo. Nunca me he considerado parte de esa dicha comunidad elitista. Yo veo lo que se me presenta, lo que me llama la atención, lo que está en el cine, lo que está en la tele, lo que se pasa por mi camino. Pero eso sí, veo mucho y no soy un público fácil. Con el amor que le tengo al cine, le tengo también un ojo, a mi manera, muy crítico. Y sé cuando una película es, en mi opinión excelente, cuando mientras la miro estoy en constante temor de que se termine.

Inception es de esas. Un thriller psicológico construido con la precisión de un cirujano, la inteligencia de un físico cuántico y la imaginación de un niño genio on crack. Ingeniería pura. Es de esos súper éxitos taquilleros hollywoodenses que realmente sacan provecho de la tecnología con la que cuentan, del presupuesto que tienen, de la distribución de sus mega productoras, y que lo mezclan con un guión y una dirección impecables y con el reparto de actores más perfecto que uno se puede imaginar (en mi imaginación al menos). Es una película de acción hecha por una mente brillante. Visualmente extraordinaria, intelectualmente incitadora, cautivante, desconcertante y principalmente, entretenida.

Por un lado tenemos a Christopher Nolan, el director que nos dio Memento y The Dark Knight, una mente ultra creativa con un intelecto impresionante que hasta ahora, no ha decepcionado. Y por otro lado tenemos actores de la talla de Leonardo DiCaprio, quien pasó de ser un niño bonito de Hollywood a un actor que se ha ganado papeles y respeto a base pura de su actuación; Marion Cotillard, una musa francesa cuyo talento ha sido ya reconocido por varios incluyendo la Academia; Ken Watanabe, uno de esos que tienen la experiencia y el recorrido para dominar cualquier papel que se le lance. Y muchos otros talentosísimos actores como Tom Hardy, Cillian Murphy y Michael Caine.


Pero sobre todo, mis favoritos: Ellen Page, la gigante personalidad atrás de Juno (¿quién no ama a Juno?) y Joseph Gordon-Levitt, el que hacía de weird alien teenager en esa comedia de los noventas: 3rd rock from de sun. Y que ahora se ha convertido en uno de esos talentos de peso pesado que se ganó reconocimiento y corazones con la comedia independiente (500) days of summer (una de mis favoritas del año pasado), pero que a mi personalmente, me ganó desde Mysterious Skin, un retorcido thriller que recomiendo por completo.

Coincidencialmente desde hace algún tiempo he soñado con ver a estos dos últimos compartiendo una misma pantalla de cine y me parece oportuno y hasta cómico que haya pasado en Inception, una película que trata justamente sobre sueños, hizo mi fantasía realidad y me ganó por completo. Pero Inception es mucho más que eso, es de los films que hace que te duela el cerebro pero con ese dolor fantástico de placer. Es una película que justifica cada una de sus explosiones, cada uno de sus disparos, cada gota de sangre. Tiene inteligencia y emoción. Es de las que te mete en su trama y te cuesta salir, y cuando lo logras, no dejas de asombrarte de la cabeza detrás de su realización.


Inception es exactamente el tipo de película que está nominada a todos los premios, que los gana todos y que se lo merece. Es más, puedo apostar mi brazo derecho a que estamos hablando de la película más nominada a los Óscar 2011, y a menos que aparezca una competencia silenciosa a lo Slumdog Millionaire o The Hurt Locker que se llevan el big prize por razones más que nada políticas, Inception será reconocida con todas las estatuillas de los peces gordos del cine gringo. Este film hace que premios como los Óscar recuperen mi respeto y credibilidad. Es un claro ejemplo del buen Hollywood.

No quiero decir más porque lleva unos pocos días en cartelera y no quiero arruinarle el factor sorpresa a nadie, pero lo que sí les digo es que si no la han visto, vayan a verla ya. Van a ser casi tres horas de puro estrés pero cuando la terminen de ver, habrá valido la pena.


martes, 3 de agosto de 2010

Musical OCD


No me considero una experta en música. Para nada. Escucho lo que me gusta, no presto atención a críticos ni a especialistas. No sé a quien se debe o no respetar. Sólo sé que me gusta la música por varias razones. Ya sea por letras evocadoras, o letras demasiado estúpidas que se quedan resonando en la cabeza. O letras misteriosas que te hacen pensar que tienen un mensaje que te va a salvar, no estoy segura de qué, si las escuchas las suficientes veces.

A veces no es más que la melodía, otras veces es el sentimiento y la emoción que provoca el artista. Puede ser por un solo increíble de guitarra. Un bajo bien tocado. El carisma de la banda. En fin, me encanta la música por infinitas razones personales que no tienen nada que ver con conocimiento técnico al respecto, después de todo, no toco ningún instrumento.

Digo esto, para que lo siguiente no se confunda con una recomendación crítica, sino que se tome por lo que es: un comentario suelto.

Hace mucho tiempo que no compro un disco. Los últimos años de mi vida no he adquirido música más que descargándomela en Internet (a excepción de la colección discográfica de The Beatles, que fue un muy apreciado regalo de Navidad) pero hace poco compré uno: Phrazes of the young, de Julian Casablancas. ¿Por qué lo compré? No estoy segura. El tipo tiene mucha onda, mucho talento, me encanta The Strokes, y estaba barato.


El punto es que, mi primera impresión fue que este disco retrata perfectamente la definición de autoindulgencia en un rockstar que decidió lanzarse en solitario. Hay una mezcla de ritmos y melodías que resultan en una mezcla interesante, por no repetir autoindulgente. Las canciones son en su mayoría buenas, la letras son Casablancas originals. Y el sonido en general tiene mucho de The Strokes, pero con una combinación más futurística-ochentera que le da a Casablancas una identidad propia.

A lo que voy es que no he podido parar de escuchar el disco. Y varias canciones me tienen con OCD, pero en especial el primer single 11th dimension. La canción está buena y el video mejor. Enjoy.



Random Trivia: Julian Casablancas asistió a la misma secundaria que Alvarito Noboa: un internado de élite en Suiza llamado Le Rosey. Ja!


Retrato de un loser


No es fácil encontrar cine australiano. Principalmente, porque nadie, nunca, está buscando cine australiano. Pero cuando el cine australiano te encuentra a ti, no te queda más que abrirle los brazos, después de todo, Australia es un país hermoso. No es eso, sin embargo, lo que vemos en He died with a felafel in his hand, la adaptación cinematográfica de la novela homónima de John Birmingham, dirigida por Richard Lowenstein.

Imagina estar alcanzando los 30 y haber vivido en casi 50 casas compartidas en varias ciudades de Australia. Entre la gente con las que has convivido, están una vegetariana de espíritu libre, un G.I Joe cuarentón, un grupo de potheads y adictos, una bulímica en busca del estrellado, un gay reprimido con delirio de persecución y la voz de la razón, quien eventualmente se pierde en un intento por descubrirse a sí misma, pero que es, sin lugar a duda, tu mejor amiga. En fin, un montón de losers. Así es la vida de Danny, el protagonista y anti-héroe de la película, recientemente abandonado por su novia, escritor wannabe, cuya meta máxima es escribir para Penthouse, quien aparentemente no conoce otra canción que “California dreamin” y explorador innato de un camino que no lo lleva a ningún lado.


Felafel es un caótico desorden, así como sus personajes. El montaje del film inicia con una prolepsis que interpreta literalmente el título: Danny encuentra a uno de sus housemates muerto enfrente de la televisión con un falafel en la mano. Volvemos nueve meses en el tiempo a la casa número 47 en Brisbane, en donde el ambiente tropical nos envuelve con el sonido de los grillos, los colores brillantes del verano y el ridículo intento de bronceo del que meses más tarde morirá comiendo un felafel.

Pasan tres meses y ahora estamos en la casa número 48 en Melbourne, una casa de aspecto rústico, por no llamar desastroso. La lluvia no para, la tentación gana, los amigos se lastiman unos a otros, un par de policías corruptos interfieren y el caos reina de nuevo. Es hora de partir.

Han pasado tres meses más. Ahora, nos encontramos en Sydney, la gran ciudad. En donde el ambiente californiano predomina y se espera, por lo tanto, alcanzar el “California dreamin” que tanto se invoca. Pero no, solo es una muestra más de que el caos siempre reinará en la vida de Danny, que para bien o para mal, finalmente encuentra su propia voz. Y descubre que, sin importar cuánto se intente huir de los problemas, estos siempre te encontrarán a ti.


Como producción, Felafel es un caos, igual que su historia y las vidas de sus personajes. Tiene una narración lineal que en realidad carece de importancia y su humor es a veces demasiado obvio. Sus intentos filosóficos recaen en frases sueltas a lo largo de la película que a veces separan pequeños capítulos del film, y otras veces describen sentimientos, pensamientos o situaciones de los personajes. Frases como:

Television is the opium of the masses

I love the smell of NAPALM in the morning

How do you climax without sounding cliché…


To do is to be


If prostitution is the rental of the body, marriage is the sell


Hell is other people

Trust nobody…


Black is the ultimate, Black eclipses everything


Bulimia is no cheap


Frases que tal vez podrían provocar una leve sugestión a la reflexión, pero que en su mayoría son pruebas de la composición del film y no hacen más que contribuir al desorden y al humor que éste trae.

Podría pasar horas describiendo todo lo que me parece mal de esta película, pero ¿cuál es el punto? Felafel es lo que es. No intenta ser nada más. No intenta ser una mega producción artística. No intenta ser una súper comedia. No intenta tener más trasfondo del que tiene. Se conforma con lo que es. Y eso es, una imagen de la vida de unos personajes muy poco atractivos, pero con los cuales, aunque sea un poco, te adhieres emocionalmente. Felafel tiene corazón, tiene personalidad y por eso, la recomiendo.


Tiempo sin tiempo


Tiempo. A veces tiempo es todo lo que necesitamos. Queremos y no queremos ser eternos. Queremos que las horas del día se multipliquen para que el tiempo nos alcance para hacer todo lo que quisiéramos hacer. Quisiéramos que un día durara lo que dura una vida para vivir cientos de veces y nunca tener que decir: “Si tan solo hubiera tenido más tiempo…”

Apreciamos el tiempo que tenemos, pero más que nada, le tememos. Por eso, luchamos a diario contra él. Vivimos en contra del reloj. Tratamos de inmortalizarnos en fotos, videos, scrapbooks, memoirs, etc. Pero al final del día, eso es todo lo que somos, un títere del tiempo, quien sin compasión alguna nos hace una mala jugada y nos da una vez, para después quitárnoslo cada día.

El tiempo no regala, presta. El tiempo no compadece, exige. El tiempo pasa a cobrar una deuda que no se acaba nunca. Mientras nosotros envejecemos en la desesperación de que el tiempo se nos acaba. Vivimos pensando en el mañana y en el ayer. Cuando lo importante, ni siquiera es el hoy, sino el ahora, y ni siquiera el ahora, sino el qué del ahora. La nube que se mueve sin preocupaciones, la hoja que se muere sin temores, el asfalto que se camina sin mirar.

“El tiempo lo cura todo”, “el tiempo lo destruye todo”, el tiempo es protagonista aún cuando no intenta serlo. El tiempo te hace fijar en cosas que probablemente no son de tu preferencia ni elección. Si tan solo tuviéramos tiempo sin tiempo…

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.

Mario Benedetti