martes, 14 de septiembre de 2010

Back to school!


La constancia es un elemento fundamental para llevar un blog. Lo sé, y por esa misma razón, me averguenzo de haber dejado de lado este espacio que tanto disfruto, por más de un mes. Pero ahora he vuelto, y espero haber vuelto definitivamente. No quiero excusarme bajo ninguna circunstancia, pero sinceramente, he estado más ocupada de lo que he estado en mucho tiempo.

Empecé un nuevo proyecto. Llamarlo una aventura sería, probablemente, más prudente. Me lancé al mundo de la educación y ahí donde me ven, estoy moldeando las mentes del futuro. Voy tan solo tres semanas, pero el agotamiento físico, mental y emocional que conlleva este trabajo es inexplicable. Me atrevo a decir que esta labor es más una escuela para mí que para mis alumnos. He aprendido tanto de ellos, de su inocencia, de sus travesuras, de sus problemas y de su sabiduría. Sí, son sabios de más maneras de las que puedo concebir.

Aprendí también que los clichés cinematográficos y televisivos sobre las etiquetas en las secundaria tienen una muy buena razón de ser. Siempre está el niño popular, cuya popularidad no se rige únicamente en su apariencia, sino en ese carisma que no todos tienen la suerte de tener. Es ese niño por el que todas las niñas suspiran y los niños anhelan su amistad y aprobación, cuando en realidad, todos lo envidian secretamente. Es ese niño en el que muchas veces recae la conducta de toda la clase y aunque a veces le juegue en contra a la profesora, siempre le saca una sonrisa. Yo le llamo el macho alfa de su salón.

Tenemos también la niña/princesa, esa que es la versión femenina del macho alfa. Esa que tiene un séquito de seguidoras que repiten todo lo que hace y dice. Esa niña increíblemente linda que aparenta tenerlo todo, pero que dentro, muy al fondo de sus ojos, se nota la falta de algo, algo que no sabes bien que es. Ambos son dos chispaz de energía, energía que tiene que luchar cada día por no agotarse. Energía que busca mantenerse para compensar las posibles latencias de su vida.

Está también el niño raro, ese que no tiene realmente amigos y que es excéntrico de múltiples maneras. Ese que puede resultar hasta molesto pero que su infinita soledad te produce una ternura extrema, y lo único que quieres es verlo y que él te vea.

Tenemos el niño o niña que sin importar si la clase es aburrida o divertida, teórica o didáctica, siempre escucha, siempre está atento y sonríe cuando de verdad lo necesitas. Son aquellos niños que podrían ser malinterpretados como los "cerebritos", cuando en realidad solo son niños naturalmente dedicados e inteligentes. (ALERTA CURSI) Yo los llamo mi luz, porque eso es en lo que se han convertido, en una luz que me llena de energía y me da fuerzas. Son ese incentivo, esa razón para levantarse todas las mañanas e ir a dar clases.

Tenemos los cómicos, que se apoyan en el humor para sobrevivir cada día del colegio. Los tímidos, los deportistas, las vanidosas, los que están estancados en la pubertad. Cada día siento que voy a dar clases a los miembros del Breakfast Club, y a la vez, cada día descubro que cada chico es un mundo tan único y peculiar y me acuerdo lo que es ser adolescente y agradezco ya no pertenecer a ese grupo demográfico. Sin embargo, estar rodeado por ellos cada día me inyecta y me absorbe la juventud.

No sé cómo ni cuando terminará esta experiencia, pero de lo que estoy segura es que pasará a la historia de mi vida como aquella época en la que aprendí demasiadas cosas aún por descubrir. Cada día es una aventura y cada día esa aventura me agota, pero por ahora, no lo cambiaría por nada.

jueves, 12 de agosto de 2010

El sueño de Nolan


Existe una comunidad de cinéfilos que odian Hollywood. No es un secreto. Hay quienes realmente creen que las películas hollywoodenses están destinadas al público masivo, que carecen de la emoción, la simpleza y la honestidad que el cine independiente ofrece. He escuchado a miembros de este club de cine de élite decir que Hollywood es para el que no sabe de cine y que es para el hombre promedio que se entretiene con malos chistes, sangre y explosiones.

Pero algo que todos esos Hollywood haters deben saber es que por cada Transformers hay un Lord of the Rings. Por cada 2012, hay un The Departed y por cada Avatar, hay un Inception. Quiero decir que, por cada película que fue un éxito de taquilla y un fracaso con la crítica, o por cada una que recaudó millones pero no dio a la talla de sus expectativas, hay una que da a la talla y la supera.

Los que me conocen saben y pueden reafirmar que yo veo de todo. Nunca me he considerado parte de esa dicha comunidad elitista. Yo veo lo que se me presenta, lo que me llama la atención, lo que está en el cine, lo que está en la tele, lo que se pasa por mi camino. Pero eso sí, veo mucho y no soy un público fácil. Con el amor que le tengo al cine, le tengo también un ojo, a mi manera, muy crítico. Y sé cuando una película es, en mi opinión excelente, cuando mientras la miro estoy en constante temor de que se termine.

Inception es de esas. Un thriller psicológico construido con la precisión de un cirujano, la inteligencia de un físico cuántico y la imaginación de un niño genio on crack. Ingeniería pura. Es de esos súper éxitos taquilleros hollywoodenses que realmente sacan provecho de la tecnología con la que cuentan, del presupuesto que tienen, de la distribución de sus mega productoras, y que lo mezclan con un guión y una dirección impecables y con el reparto de actores más perfecto que uno se puede imaginar (en mi imaginación al menos). Es una película de acción hecha por una mente brillante. Visualmente extraordinaria, intelectualmente incitadora, cautivante, desconcertante y principalmente, entretenida.

Por un lado tenemos a Christopher Nolan, el director que nos dio Memento y The Dark Knight, una mente ultra creativa con un intelecto impresionante que hasta ahora, no ha decepcionado. Y por otro lado tenemos actores de la talla de Leonardo DiCaprio, quien pasó de ser un niño bonito de Hollywood a un actor que se ha ganado papeles y respeto a base pura de su actuación; Marion Cotillard, una musa francesa cuyo talento ha sido ya reconocido por varios incluyendo la Academia; Ken Watanabe, uno de esos que tienen la experiencia y el recorrido para dominar cualquier papel que se le lance. Y muchos otros talentosísimos actores como Tom Hardy, Cillian Murphy y Michael Caine.


Pero sobre todo, mis favoritos: Ellen Page, la gigante personalidad atrás de Juno (¿quién no ama a Juno?) y Joseph Gordon-Levitt, el que hacía de weird alien teenager en esa comedia de los noventas: 3rd rock from de sun. Y que ahora se ha convertido en uno de esos talentos de peso pesado que se ganó reconocimiento y corazones con la comedia independiente (500) days of summer (una de mis favoritas del año pasado), pero que a mi personalmente, me ganó desde Mysterious Skin, un retorcido thriller que recomiendo por completo.

Coincidencialmente desde hace algún tiempo he soñado con ver a estos dos últimos compartiendo una misma pantalla de cine y me parece oportuno y hasta cómico que haya pasado en Inception, una película que trata justamente sobre sueños, hizo mi fantasía realidad y me ganó por completo. Pero Inception es mucho más que eso, es de los films que hace que te duela el cerebro pero con ese dolor fantástico de placer. Es una película que justifica cada una de sus explosiones, cada uno de sus disparos, cada gota de sangre. Tiene inteligencia y emoción. Es de las que te mete en su trama y te cuesta salir, y cuando lo logras, no dejas de asombrarte de la cabeza detrás de su realización.


Inception es exactamente el tipo de película que está nominada a todos los premios, que los gana todos y que se lo merece. Es más, puedo apostar mi brazo derecho a que estamos hablando de la película más nominada a los Óscar 2011, y a menos que aparezca una competencia silenciosa a lo Slumdog Millionaire o The Hurt Locker que se llevan el big prize por razones más que nada políticas, Inception será reconocida con todas las estatuillas de los peces gordos del cine gringo. Este film hace que premios como los Óscar recuperen mi respeto y credibilidad. Es un claro ejemplo del buen Hollywood.

No quiero decir más porque lleva unos pocos días en cartelera y no quiero arruinarle el factor sorpresa a nadie, pero lo que sí les digo es que si no la han visto, vayan a verla ya. Van a ser casi tres horas de puro estrés pero cuando la terminen de ver, habrá valido la pena.


martes, 3 de agosto de 2010

Musical OCD


No me considero una experta en música. Para nada. Escucho lo que me gusta, no presto atención a críticos ni a especialistas. No sé a quien se debe o no respetar. Sólo sé que me gusta la música por varias razones. Ya sea por letras evocadoras, o letras demasiado estúpidas que se quedan resonando en la cabeza. O letras misteriosas que te hacen pensar que tienen un mensaje que te va a salvar, no estoy segura de qué, si las escuchas las suficientes veces.

A veces no es más que la melodía, otras veces es el sentimiento y la emoción que provoca el artista. Puede ser por un solo increíble de guitarra. Un bajo bien tocado. El carisma de la banda. En fin, me encanta la música por infinitas razones personales que no tienen nada que ver con conocimiento técnico al respecto, después de todo, no toco ningún instrumento.

Digo esto, para que lo siguiente no se confunda con una recomendación crítica, sino que se tome por lo que es: un comentario suelto.

Hace mucho tiempo que no compro un disco. Los últimos años de mi vida no he adquirido música más que descargándomela en Internet (a excepción de la colección discográfica de The Beatles, que fue un muy apreciado regalo de Navidad) pero hace poco compré uno: Phrazes of the young, de Julian Casablancas. ¿Por qué lo compré? No estoy segura. El tipo tiene mucha onda, mucho talento, me encanta The Strokes, y estaba barato.


El punto es que, mi primera impresión fue que este disco retrata perfectamente la definición de autoindulgencia en un rockstar que decidió lanzarse en solitario. Hay una mezcla de ritmos y melodías que resultan en una mezcla interesante, por no repetir autoindulgente. Las canciones son en su mayoría buenas, la letras son Casablancas originals. Y el sonido en general tiene mucho de The Strokes, pero con una combinación más futurística-ochentera que le da a Casablancas una identidad propia.

A lo que voy es que no he podido parar de escuchar el disco. Y varias canciones me tienen con OCD, pero en especial el primer single 11th dimension. La canción está buena y el video mejor. Enjoy.



Random Trivia: Julian Casablancas asistió a la misma secundaria que Alvarito Noboa: un internado de élite en Suiza llamado Le Rosey. Ja!


Retrato de un loser


No es fácil encontrar cine australiano. Principalmente, porque nadie, nunca, está buscando cine australiano. Pero cuando el cine australiano te encuentra a ti, no te queda más que abrirle los brazos, después de todo, Australia es un país hermoso. No es eso, sin embargo, lo que vemos en He died with a felafel in his hand, la adaptación cinematográfica de la novela homónima de John Birmingham, dirigida por Richard Lowenstein.

Imagina estar alcanzando los 30 y haber vivido en casi 50 casas compartidas en varias ciudades de Australia. Entre la gente con las que has convivido, están una vegetariana de espíritu libre, un G.I Joe cuarentón, un grupo de potheads y adictos, una bulímica en busca del estrellado, un gay reprimido con delirio de persecución y la voz de la razón, quien eventualmente se pierde en un intento por descubrirse a sí misma, pero que es, sin lugar a duda, tu mejor amiga. En fin, un montón de losers. Así es la vida de Danny, el protagonista y anti-héroe de la película, recientemente abandonado por su novia, escritor wannabe, cuya meta máxima es escribir para Penthouse, quien aparentemente no conoce otra canción que “California dreamin” y explorador innato de un camino que no lo lleva a ningún lado.


Felafel es un caótico desorden, así como sus personajes. El montaje del film inicia con una prolepsis que interpreta literalmente el título: Danny encuentra a uno de sus housemates muerto enfrente de la televisión con un falafel en la mano. Volvemos nueve meses en el tiempo a la casa número 47 en Brisbane, en donde el ambiente tropical nos envuelve con el sonido de los grillos, los colores brillantes del verano y el ridículo intento de bronceo del que meses más tarde morirá comiendo un felafel.

Pasan tres meses y ahora estamos en la casa número 48 en Melbourne, una casa de aspecto rústico, por no llamar desastroso. La lluvia no para, la tentación gana, los amigos se lastiman unos a otros, un par de policías corruptos interfieren y el caos reina de nuevo. Es hora de partir.

Han pasado tres meses más. Ahora, nos encontramos en Sydney, la gran ciudad. En donde el ambiente californiano predomina y se espera, por lo tanto, alcanzar el “California dreamin” que tanto se invoca. Pero no, solo es una muestra más de que el caos siempre reinará en la vida de Danny, que para bien o para mal, finalmente encuentra su propia voz. Y descubre que, sin importar cuánto se intente huir de los problemas, estos siempre te encontrarán a ti.


Como producción, Felafel es un caos, igual que su historia y las vidas de sus personajes. Tiene una narración lineal que en realidad carece de importancia y su humor es a veces demasiado obvio. Sus intentos filosóficos recaen en frases sueltas a lo largo de la película que a veces separan pequeños capítulos del film, y otras veces describen sentimientos, pensamientos o situaciones de los personajes. Frases como:

Television is the opium of the masses

I love the smell of NAPALM in the morning

How do you climax without sounding cliché…


To do is to be


If prostitution is the rental of the body, marriage is the sell


Hell is other people

Trust nobody…


Black is the ultimate, Black eclipses everything


Bulimia is no cheap


Frases que tal vez podrían provocar una leve sugestión a la reflexión, pero que en su mayoría son pruebas de la composición del film y no hacen más que contribuir al desorden y al humor que éste trae.

Podría pasar horas describiendo todo lo que me parece mal de esta película, pero ¿cuál es el punto? Felafel es lo que es. No intenta ser nada más. No intenta ser una mega producción artística. No intenta ser una súper comedia. No intenta tener más trasfondo del que tiene. Se conforma con lo que es. Y eso es, una imagen de la vida de unos personajes muy poco atractivos, pero con los cuales, aunque sea un poco, te adhieres emocionalmente. Felafel tiene corazón, tiene personalidad y por eso, la recomiendo.


Tiempo sin tiempo


Tiempo. A veces tiempo es todo lo que necesitamos. Queremos y no queremos ser eternos. Queremos que las horas del día se multipliquen para que el tiempo nos alcance para hacer todo lo que quisiéramos hacer. Quisiéramos que un día durara lo que dura una vida para vivir cientos de veces y nunca tener que decir: “Si tan solo hubiera tenido más tiempo…”

Apreciamos el tiempo que tenemos, pero más que nada, le tememos. Por eso, luchamos a diario contra él. Vivimos en contra del reloj. Tratamos de inmortalizarnos en fotos, videos, scrapbooks, memoirs, etc. Pero al final del día, eso es todo lo que somos, un títere del tiempo, quien sin compasión alguna nos hace una mala jugada y nos da una vez, para después quitárnoslo cada día.

El tiempo no regala, presta. El tiempo no compadece, exige. El tiempo pasa a cobrar una deuda que no se acaba nunca. Mientras nosotros envejecemos en la desesperación de que el tiempo se nos acaba. Vivimos pensando en el mañana y en el ayer. Cuando lo importante, ni siquiera es el hoy, sino el ahora, y ni siquiera el ahora, sino el qué del ahora. La nube que se mueve sin preocupaciones, la hoja que se muere sin temores, el asfalto que se camina sin mirar.

“El tiempo lo cura todo”, “el tiempo lo destruye todo”, el tiempo es protagonista aún cuando no intenta serlo. El tiempo te hace fijar en cosas que probablemente no son de tu preferencia ni elección. Si tan solo tuviéramos tiempo sin tiempo…

Preciso tiempo necesito ese tiempo
que otros dejan abandonado
porque les sobra o ya no saben
que hacer con él
tiempo
en blanco
en rojo
en verde
hasta en castaño oscuro
no me importa el color
cándido tiempo
que yo no puedo abrir
y cerrar
como una puerta

tiempo para mirar un árbol un farol
para andar por el filo del descanso
para pensar qué bien hoy es invierno
para morir un poco
y nacer enseguida
y para darme cuenta
y para darme cuerda
preciso tiempo el necesario para
chapotear unas horas en la vida
y para investigar por qué estoy triste
y acostumbrarme a mi esqueleto antiguo

tiempo para esconderme
en el canto de un gallo
y para reaparecer
en un relincho
y para estar al día
para estar a la noche
tiempo sin recato y sin reloj

vale decir preciso
o sea necesito
digamos me hace falta
tiempo sin tiempo.

Mario Benedetti


martes, 22 de junio de 2010

Hold'em in


BLUEBIRD

there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say, stay in there, I'm not going
to let anybody see
you.

there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I pur whiskey on him and inhale
cigarette smoke
and the whores and the bartenders
and the grocery clerks
never know that
he's
in there.

there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too tough for him,
I say,
stay down, do you want to mess
me up?
you want to screw up the
works?
you want to blow my book sales in
Europe?

there's a bluebird in my heart that
wants to get out
but I'm too clever, I only let him out
at night sometimes
when everybody's asleep.
I say, I know that you're there,
so don't be
sad.
then I put him back,
but he's singing a little
in there, I haven't quite let him
die
and we sleep together like
that
with our
secret pact
and it's nice enough to
make a man
weep, but I don't
weep, do
you?

Charles Bokowski

viernes, 18 de junio de 2010

Hasta siempre, Saramago


“La literatura está de luto” es el titular que leí esta mañana sobre la muerte del Premio Nóbel de Literatura 1998, José Saramago. Y, en efecto, la literatura está de luto. Murió de 87 años en su hogar de Lanzarote, Islas Canarias, España, a causa de una leucemia crónica.

Saramago era un hombre de letras, coherente consigo mismo, con sus ideas. Siempre plasmó en sus páginas lo que pensaba sobre la realidad que lo rodeaba y entregó al mundo, con su obra, una narrativa íntegra que lleva su firma impregnada en cada página escrita. Nunca temió ser crítico, nunca temió ser honesto, nunca calló la verdad de lo que veía o sentía. “A las palabras hay que arrancarles la piel”, afirmaba, y así lo hizo, convirtiéndose en uno de los mayores representantes de la literatura europea, quien por su profunda humanidad e inmensa imaginación, nos transmitió el mundo a través de sus ojos e hizo a más de uno, y me incluyo en este digno grupo, caer hipnotizados ante su prosa.

En el día de su muerte, recuerdo el regalo que nos dio a sus lectores y solo le puedo decir: eres grande Saramago, buen viaje…


A continuación pequeños fragmentos de sus obras más reconocidas para recordar el porqué de nuestro luto en el día que el mundo de la literatura pierde a uno de sus más valiosos contribuyentes:

Cuántas veces precisamos la vida entera para cambiar de vida, lo pensamos tanto, tomamos impulso y vacilamos, después volvemos al principio, pensamos y pensamos, nos movemos en los carriles del tiempo con un movimiento circular, como los remolinos que atraviesan los campos levantando polvo, hojas secas, insignificancias, que a más no llegan sus fuerzas, mejor sería que viviéramos en tierra de tifones. Otras veces es una palabra cuanto basta.

La balsa de piedra

Retrocedieron éstos como pudieron, Ahí hay muertos, hay muertos, repetían, como si los llamados a morir de inmediato fuesen ellos, en un segundo el zaguán volvió a ser un remolino furioso como en los peores momentos, después la masa humana se fue desviando en un impulso súbito y desesperado hacia el ala izquierda, llevándose todo por delante, rota ya la línea de defensa de los contagiados, muchos que ya habían dejado de serlo, otros que, corriendo como locos, intentaban escapar de la negra fatalidad.
Corrían en vano. Uno tras otro se fueron todos quedando ciegos, con los ojos de repente ahogados en la hedionda marea blanca que inundaba los corredores, las salas, el espacio entero. Fuera, en el zaguán, en el cercado, se arrastraban los ciegos desamparados, doloridos por los golpes unos, pisoteados otros, eran sobre todo los ancianos, las mujeres y los niños de siempre, seres en general aún o ya con pocas defensas, milagro que no resultaran de este trance muchos más muertos por enterrar.

Ensayo sobre la ceguera

Siguieron andando. Un poco más allá, dijo la mujer del médico, En el camino hay más muertos que de costumbre, Es nuestra resistencia lo que está llegando al fin, se acaba el tiempo, se agota el agua, proliferan las enfermedades, la comida se convierte en veneno, lo dijiste tú antes, recordó el médico. Quién sabe si entre estos muertos no estarán mis padres, dijo la chica de las gafas oscuras, y yo aquí, pasando a su lado, y no los veo, Es una vieja costumbre de la humanidad, ésa de pasar al lado de los muertos y no verlos, dijo la mujer del médico.

Ensayo sobre la ceguera

Las fuerzas de José cedieron de golpe ante el desastre. Como un ternero fulminado, de aquellos que vio sacrificar en el templo, cayó de rodillas y, con las manos contra el rostro, se le soltaron de una vez todas las lágrimas que desde hacía trece años venía acumulando, a la espera del día en que pudiera perdonarse a sí mismo o tuviera que enfrentarse con su definitiva condena. Dios no perdona los pecados que manda a cometer.
José no regresó al almacén, había comprendido que el sentido de sus acciones estaba perdido para siempre, ni el mundo, el propio mundo, tenía ya sentido, el sol iba naciendo y para qué, Señor, en el cielo había mil pequeñas nubes dispersas en todas las direcciones como las piedras del desierto.
Viéndolo allí, secándose las lágrimas con la manga de la túnica, cualquiera pensaría que se le había muerto un pariente entre los heridos recogidos en el almacén, y lo cierto es que José estaba llorando sus lágrimas naturales, las del dolor de la vida.

El Evangelio según Jesucristo

Y de su discurso de aceptación del Premio Nóbel:

El hombre más sabio que he conocido en toda mi vida no sabía leer ni escribir (...) y ése fue mi abuelo Jerónimo, pastor y contador de historias, que, al presentir que la muerte venía a buscarlo, se despidió de los árboles de su huerto uno por uno, abrazándolos y llorando porque sabía que no los volvería a ver.